Título
original
|
Honkytonk
Man
|
|
Año
|
1982
|
|
Duración
|
122 min.
|
|
Pais
|
Estados
Unidos
|
|
Director
|
Clint
Eastwood
|
|
Guión
|
Clancy
Carlile (Novela)
|
|
Música
|
Steve Dorff
& Snuff Garrett
|
|
Fotografía
|
Bruce
Surtees
|
|
Reparto | Clint Eastwood, Kyle Eastwood, John McIntire, Verna Bloom, Alexa Kenin, Matt Clark | |
Productora
|
Warner Bros
/ Malpaso
|
|
Sinopsis
|
Gran
Depresión, años 30. Red Stovall (Clint Eastwood) es un cantante
de country alcohólico y sin recursos que se gana la vida cantando
en bares cutres y miserables. Su gran sueño es llegar a tocar con
el legendario Grand Ole Opry. Así emprende un emotivo viaje con
su sobrino (debut cinematográfico de su hijo Kyle Eastwood) que
lo lleva desde Oklahoma a Nashville, donde le han concedido una
audición.
|
Conocí
esta película hace mucho tiempo y si algo he de recordar de ella es
que es triste. Pero también había algo que me fascinaba y que
posteriormente se ha quedado grabado en mi. El viaje, la road-movie.
Ese viaje externo e interno. Carreteras secundarias polvorientas
sobre las que mal vives con lo justo. Aun hoy, cuando circulo por
nuestras estupendas autovías miro hacia los lados y me fascinan esas
serpientes de asfalto o tierra que serpentean entre los campos, y he
de reconocer que la tentación de abandonar la carretera y sumergirme
en ellas es grande.
Pero
hay otro elemento de esta película que también guardo. La ilusión
por conseguir la meta sin ser consciente de que el tiempo se acaba.
La esperanza del mañana mejor, real o no, pero como único
combustible para seguir día a día. Haber malgastado el tiempo sin
conseguir alcanzar nuestro objetivo y finalmente afanarnos con todas
nuestras fuerzas en llegar a conseguirlo o por lo menos tocarlo con
la punta de los dedos.
El
contrapunto a este final de la vida y de nuestros objetivos es el
despertar. Iniciar el camino de la mano de un maestro de la vida, que
no de un triunfador. Porque es importante aprender a vivir, pero
hemos de reconocer que los maestros que nos acompañan en el viaje
pocas veces los podemos elegir.
Finalmente
una última reflexión sobre lo que esta película me transmite. La
dureza de la vida. Una constante en la cultura americana y nuestra,
que con el tiempo hemos diluido para llegar a quejarnos por todo. La
Gran Depresión fue tremenda, porque a diferencia de ahora no había
colchón sobre el que caer. Ni los alimentos, ni la ropa, ni las
ayudas, ni la información estaban al alcance de una mayoría. Pero
ese es otro tema y existen películas y libros que lo reflejan con
mayor profundidad.
Clint
Eastwood realiza un trabajo estupendo en este film y ya se muestras
las trazas por la que discurrirá su carrera. Dando a su público lo
que todos en parte queremos y necesitamos, diversión y reflexión.
Con un cine muy próximo a los clásicos y de aparente sencillez.
Pero
este no es un lugar para la crítica cinematográfica, sino donde
pararnos un momento sobre cada una de las piedras que componen el
muro de la cultura popular americana y como ésta nos ha influido a
nosotros. Para una examen más exhaustivo de la película os
recomiendo esta entrada del Blogdecine.
Se
dice que la vida del protagonista está inspirado en varios autores
de la época y concretamente en Hank Willians con el que mantiene
algunos paralelismos. Más allá de esto lo que si me parece
interesante es la figura del profesional que hace lo que hace porque
no sabe hacer bien otra cosa, idea que en más de una ocasión he
oído en boca de personajes interpretados por Clint Eastwood.
En definitiva, es siempre es un buen momento para volver a ver este excelente trabajo.
Como siempre os invito a que dejéis vuestros comentarios.
0 comentarios :
Dí lo que piensas...